. - Hm. - Un gruñido seco y un pequeño garabato en el papel fue toda la documentación que debía de firmar. Aquel no era su lugar, pero eran pasos que debían de hacerse.

—refunfuña un poco mientras sujeta la manga del kimono y firma — Juro que pensé que esto ya lo había hecho. —se queda pensativa... — o no?

Una sonrisa, un leve gesto, una pluma. Todo lo necesario tras haber firmado orgulloso las normas: Uno siempre debe de tener un órden, ¿Verdad? Primero la burocracia, pasos inconvenientes, pero necesarios. No permitiría que nada fallase, y para ello tendría que tener el control de todo.

-Observa con sumo cuidado el contrato ante su persona, sus ojos perezosos se entre cierran un poco, solo unos milímetros, un suspiro casi inaudible escapó de entre sus labios-¿Supongo qué debo firmar este acuerdo? Bueno...no es que no quiera...Bien, tampoco pongas esa expresión de miedo...ya entendí - Sus palabras don liberadas con su cadencia lenta y tono pausado, aunque extrañamente se debe reconocer que hay un cierto algo en su voz, pero bueno sin más preámbulo toma una pluma y un tintero, remoja la punta con un movimiento entrenado y procede a escribir, su escritura bien podría ser arte, hay detalles minúsculos en los diversos adornos, todo solo le llevo unos tres segundos desde que colocó la pluma sobre el papel, al final con una "tinta" tono carmín se puede leer "Dantalien".-

Toma pincel de cola gruesa y firma con un trazo firme.

Doce coloca la palma de la mano en el lector biometrico: Órdenes eran órdenes, y el protocolo indicaba que debía de fichar cada vez que comenzara una misión. En este caso la misión era Arkadien, y no iba a volver a caer.

Otra vez no.

Aceptaba las reglas del juego.

—Firma sin más.—

No debía ser de otra forma. -Conforme habló, plasmó sobre el papel la marca de su firma, rápida y desinteresada. Dejó caer el bolígrafo prestado seguido de un encogimiento de hombros y se alejó; pero no sin antes sonreír de medio labio.-

-ambas colocan el índice sobre el tintero y dejan las huellas digitales de sus pulgares una junto a la otra ligeramente diagonales hacia adentro. Su firma asemeja un corazón a simple vista.-

-¿Está bien?

-Está perfecto, seguro que sí.

*Toma el papel y hace un pequeño garabato*

¿Ah? ¿No es con sangre? Pues, bien, eso lo hace más fácil. -Guarda sus cuchillas y le es tendido un pincel cuyas fibras ya han sido remojadas en tinta negra, es entonces, que firma.-

Lee con detenimiento las reglas y esboza una pequeña sonrisa —Muy bien, todo entendido— Deja su firma.

—¿Tengo que firmar esto? Bien— Echa un rápido vistazo a las reglas y firma.

En cuanto le acercaron aquel libro, lo primero que hizo el Mandaloriano fue observar los diversos autógrafos que habían escritos.
Detrás de su casco, sus ojos se posaron en el Niño (este entre su brazo) y luego, de nuevo en el tomo.

Cinco minutos de silencio después, inmóvil, habló.

━ Bien. Firmaré. Lo único que espero es que no hayan movimientos sospechosos y que la seguridad del crío esté garantizada.

Y así hizo.

━ Este es el Camino.

Tras leer un par de veces lo escrito en el libro, no perdió más tiempo y firmó el documento. — No entiendo cómo un simple garabato podría tener mayor o igual peso que mi palabra, pero está bien. Sé comportarme.—

-Lee con calma las reglas que le son otorgadas y ante un breve suspiro, coge el bolígrafo, procede a firmar y así estira el papel por sobre la mesa.- Firmadas.